domingo, 30 de enero de 2011

- ¿Podemos ir juntos, primero a la cima del tepui y luego al fondo del crater? - preguntó Alex, pensando que las tareas serían más fáciles si las compartían.

Las perezas negaron lentamente con la cabeza y Walimai explicó que todo viaje al reino de los espíritus es solitario.

...



El resto del día los jóvenes lo gastaron recorriendo El Dorado y contándose sus cortas vidas; ambos deseaban saber lo más posible del otro antes de separarse. Para Nadia era difícil imaginar a su amigo en California con su familia; nunca había visto una computadora, ni había ido a la escuela ni sabía lo que es un invierno. Por su parte, el muchacho americano sentía envidia por la existencia libre y silenciosa de la muchacha, en contacto estrecho con la naturaleza. Nadia Santos poseía un sentido común y una sabiduría que a él le parecían inalcanzables.

domingo, 23 de enero de 2011

im Museum


Si salgo vivo... Alexander nunca se había puesto en el caso de morir joven. En el fondo consideraba la muerte como algo bien desagradable que le ocurría a los demás. A pesar de los peligros enfrentados en las últimas semanas, no dudó que volvería a reunirse con su familia. Incluso preparaba las palabras para contar sus aventuras, aunque tenía pocas esperanzas de ser creído.

La cuidad de las bestias.


miércoles, 19 de enero de 2011

alto contraste


Yo quisiera ser niña...

ser niña
que cayera de pronto
dentro de un tren con ángeles,
que llegaban así, de vacaciones
a correr un poquito por las uvas,
o por nocturnos
fugados de otras noches
de geometrías más altas.

...

Cómo voy a ser ya,
niña en tumulto,
Forma mundable y pura
o simplemente, niña a la ligera,
divergente en colores
y apta para el adiós
a toda hora.

Eunice Odio

domingo, 16 de enero de 2011

amanecer


y estar lista para hacer de cada día, una poesía.

sábado, 8 de enero de 2011


not gonna let you

martes, 4 de enero de 2011

Son sus cuates. Ellos no se enojan. Lo ven con gesto curioso, admirativo.
...
- A ver, cuéntanos, ¿qué tal estuvo?

Ya no tiene vergüenza ni susto. Su miedo se vuelve orgullo. Como si hubiera crecido mucho de pronto. Y mientras se lo cuenta, Tiburcio se va sintiendo bien.

"Es chicho eso de sentirse hombre", piensa.

En la tienda de doña Chonita, Irma está triste. Llora sorda, inconsolablemente. No sabe por qué, pero es como si se hubiera hecho pequeña, tan pequeña como cuando ni siquiera sabía andar.